Monday, November 27, 2006

Por fín en Nepal.

Son las 06:30am, he desayunado en un puesto de la calle un chai y un par de pasteles locales, espero en lo que se supone es el autobús a Banbassa, el último pueblo hindú antes de la frontera. La gente tirita de frío y no es para tanto, yo llevo un jersei sobre un mísero niki de manga corta, los demás se cubren con gruesos jerseis y pesadas mantas hasta la cabeza.

Son las 19:00 horas, hemos tardado 12 horas en llegar a Mahandranagar, el primer pueblo nepalí después de la frontera. El viaje en autobús es largo pero llevadero. Momentos el autobús estaba lleno hasta los topes, momentos la chica nepalí a mi lado cabeceaba sobre mi hombro, momentos reñía la gente por cosas incomprensibles para mí, momentos el autobusero ayudaba a un colega que se le había roto el autobús y había asubir al nuestro a todo el mundo. He comido 'chelo' (o algo así), una comida picante a base de algo parecido a garbanzos hervidos y servidos en el típico plato hecho con hojas secas moldeadas, cacahuetes, tostados delante tuyo en cuencos con arena caliente, y zumo de mandarina ácida que le echaban sal y azucar, yo no quería que le echaran nada pero me han insistido en que lo pruebe, el efecto tiene su punto.

El último tramo desde Banbassa (India) hasta Mahandranagar (Nepal) hay que hacerlo al trote de bici-rickshaw, es el cruze de la frontera, deberás coger un bici-rickshaw para la parte india y otro para la parte nepalí, entre medias: dos controles de aduanas que no son más que simple papeleo, bromas, foto, 30 euros y 'propinas'.

Hice el cruce de frontera a las 18:00 horas, ya oscurecido, viajar de noche en estos frágiles e invisibles vehículos es aún más termerario que los viajes en autobús. Me han vuelto a hacer sentir como un gran sultán llevándome en este carro a pedales por carreteras, caminos y puentes. Te cruzas con innumerables carros a caballo habitados por exóticas familas nepalíes que te saludan alegres.

NOTA PARA EL VIAJERO:
El bici-rickshaw de Banbassa al borde nepalí me ha costado 100rps, aunque estoy seguro que se puede hacer por 50rps, aunque es bastante largo y es justa la propina. Tienes que insistir que te lleven hasta el borde nepalí y no hasta el indú donde tienes que rellenar unos papeles, pues entre los dos bordes hay una pequeña caminata.

En el borde nepalí tienes que hacerte el visado, que, según me han dicho, son 30 dólares, (espero que me hagan bien el cambio en euros y no me hagan la cuenta la vieja: 30dólares=30euros), y si llegas tarde (más allá de las 18:00pm), como me ha pasado a mí, deberás volver por la mañana a eso de las 07:00am.

Se puede conseguir un visado gratis válido sólo para 3 días y más tarde me he enterado que hay un visado especial llamado 'safari visa', o algo así. El hombre de la oficina de inmigración nepalí me ha dicho que no pasa nada si son 4 días en vez de 3, eso espero, por mi bien y por las 100 rps que le he tenido que dar en demanda de un extraño soborno que no he llegado a entender. Después sabría que mucho mejor si no te pasas de los 3 días por que a este hombre le gustan mucho las 'ayudas' voluntarias por sus buenos servicios.

El viaje del borde nepalí a Mahandranagar me ha costado 150rps, un poco caro.
FIN NOTA VIAJERO.

Llego a Mahandranagar y me encuentro con la desilusionante sensación de seguir en la estridente India. Ruido, ruido, ruido. Las criaturas métalicas que brotan de la estación de autobuses se mueven lentamente marcando continuamente su presencia con bocinas afinadas en alguna especie de feria de atracciones. De noche sólo quedan abiertos los bares de los que salen tambaleantes paisanos borrachos.

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