Unas cuantas llamadas y visita al primer piso. La experiencia no es diferente a las que ya he tenido en otras ocasiones en la misma situación en Madrid. El barrio era algo extraño, un salpicado de casitas estilo duples entre pequeños bloques de casas bastante humildes. Los habitantes del piso eran simpáticos, unos cuantos adolescentes gorditos empleados de grandes compañías de tecnología, incluso había uno que trabaja en algo que ver con Linux. Es dificil encontar a alguien que tenga una leve idea de Linux, Bangalore es la ciudad Microsoft, en los anuncios de cursos de progamación siempre aparece primero .Net y luego Java.
Una cosa curiosa que me han explicado y no me llego a creer es que si solicitas una conexión a internet en tu casa la tendrás activa en un par de días. La vida de Bangalore se alimenta de mamá internet.
Son las 17:00horas, tomo un delicioso capuchino en un bar de jazz cuyo nombre me hace sentir cómodo "Java City".
Son las 20:30horas, vengo de ver otro piso, este era más caro, pero el verdadero problema es la fianza: en todos los pisos piden una fianza de 10 meses lo cuál puede llegar a ser de más de 1.000 euros si te descuidas. El habitante de la casa ha sido encantador y me ha comentado algunos trucos para culminar mi búsqueda en un par de días. En primer lugar me ha apuntado 2 periódicos que tengo que comprar: Free-Ads y Ad-Mag donde encontraré más de 1.000 anuncios de Paying Guest Houses que me ha dicho es lo que tengo que buscar y no un piso compartido, pues como mi estancia es corta no merece la pena pagar esas fianzas. Las Paying Guest Houses son como los pisos compartidos pero gestionados por empresas o propietarios que se encargan de acomodar a la gente y contratar a los sirvientes.
Lo de los sirvientes puede que asuste a más de uno que esté leyendo esto pero aquí en Bangalore, y no sé si en el resto de India, todo el mundo tiene sirvientes en casa, todo el mundo menos los sirvientes, por supuesto. Aquí nadie cocina ni limpia. Hay tanta gente tan sumante pobre que es sumante barato contratarlos para hacer las lavores domésticas. En realidad hay sirvientes allí donde mires, en toda la ciudad: en los ascensores como ascensoristas, en las puertas de los portales como seguratas sentados en sillas, en las tiendas que te abren la puerta, en todas partes te apartan la silla para que te sientes, en los bares y restaurantes hay una media muy elevada de camareros por cliente. En esta última casa me ha sorprendido la cantidad de seguratas que he conocido, he sido pasado como un testigo de una carrera de relevos hasta que el dueño de la casa me ha abierto la puerta. Hay que decir que todos estos seguratas tienen pinta de ser muy rápidos quitándose el uniforme y salir corriendo en cuento se huelan problemas.
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